EL MUNDO
19 julio 2022
Más de la mitad de los españoles se acompleja de mostrar
cuerpo en la playa
Cristina Aldaz
Llega el momento del destape y la operación bikini no ha
tenido el efecto buscado. Las inseguridades, a flor de piel, pueden incluso
arruinarnos las vacaciones.
María
tiene 26 años, trabaja en una gran empresa y está deseando que lleguen las
vacaciones. Empezó a planearlas hace unos meses con su grupo de amigos y,
cuando vio claro que iban a recalar en algún lugar de la costa, se apuntó al gimnasio,
se puso a dieta e incluso se interesó por algún tratamiento de medicina
estética.
Decía
Marilyn Monroe que «el cuerpo está destinado a ser visto, no a estar todo
cubierto». Pero María no piensa lo mismo: en la época de la actriz no había
redes sociales que bombardeasen imágenes de hombres y mujeres pluscuamperfectos
gracias, en parte, a los filtros y los retoques. El culto al cuerpo, el
machaque diario en el gym y las dietas imposibles son
cosa de ahora.
La
presión que siente más de un tercio de la población para presentar a los demás
una imagen perfecta -habría que definir este concepto en cualquier caso- viene,
según el 42%, de las redes sociales, seguidas por la publicidad (31%) y por el
entorno de los amigos (28%) y de la familia (27,8%).
Los
miedos son para el verano
El
caso de María, la operación bikini de todas las primaveras, no es excepcional.
Pertenece al casi 75% de españoles entre 18 y 55 años que piensa en su aspecto
físico más de lo habitual en verano. Un porcentaje que sube hasta el 86,6% en
su franja de edad, entre los 18 y los 19 años, y hasta el 82% entre las
mujeres.
Eso
de apuntarse al gimnasio más cercano a casa hacia el mes de marzo es una
práctica común para la mitad de la población, lo mismo que el 43% se pone a
dieta en esa época. En este caso, como en el anterior, en mayor proporción las
mujeres y los jóvenes.
Más
allá llega ese 10% que se somete a alguna cirugía o tratamiento estético, un
impulso al que María venció considerando que con el ejercicio y la última dieta
milagro pasearía por la playa como una brasileña en Ipanema.
Nuevas
perspectivas
Y
es que, cuando vemos que el buen tiempo asoma y nos miramos en el espejo,
establecemos una nueva lista de prioridades: la mitad de los encuestados tiene
como objetivo principal perder peso, el 34,5% mantenerse físicamente y el 28,8%
tener más musculatura.
El
caso es que la primavera ha pasado en un suspiro y la suerte está echada en
cuanto a michelines, kilos, flacidez y otros defectos que torturan a María, que
siente complejo e inseguridad cuando se imagina en la playa en bikini y con sus
amigos. Lo mismo que le ocurre a más de la mitad de la población, un porcentaje
que asciende hasta el 70% si se pregunta solo a las mujeres.
Ella
es muy partidaria del qué monos estamos todos en invierno, con un abrigo que
todo lo tapa, la mejor manera de ocultar o camuflar aquello de lo que nos
avergonzamos. Esto le ocurre a cerca del 80% de los que tienen ese supuesto
complejo, hasta al 85,4% en la caso de las mujeres.
Otro
destino y sin problemas
Tanto
es así que María decidió emprender una campaña a favor de sustituir la playa y
el bikini por la montaña y el chubasquero: ¿y si nos vamos a Londres? ¿y si cambiamos Ibiza por Asturias? Aunque ella no lo
consiguió, el 30% de los que sienten inseguridad a la hora de enseñar cuerpo sí
cambiaron de destino en alguna ocasión.
A
María no le quedó otra que meter en la maleta bikinis y vestidos livianos,
aunque sentía una angustia ante el destape que le impidió disfrutar plenamente
de sus vacaciones, como le ha ocurrido en alguna ocasión a casi la mitad de los
que sienten estas inseguridades.
Sobre
la positividad corporal - Loola
Pérez
Mi
yo adolescente creció en los 2000. Me atormentaban los estudios, poder salir
hasta más tarde con mis amigas y el rechazo hacia mi cuerpo. Estaba sana,
fuerte y tenía muchas razones para creer en mí. Sin embargo, sentía que mi
imagen corporal no tenía cabida en la moda y la publicidad. Tampoco en los
productos de entretenimiento. El canon estético me ahogaba.
¿Podían
las mujeres triunfar teniendo una talla 38? ¿Era correcto llevar ese top que
tanto me gustaba, aunque al sentarme apareciera un michelín? ¿Tener celulitis
me hacía menos sexy? ¿Estaba hecho mi cuerpo para disfrutar del verano?
La
cultura dominante insistía en un tortuoso mensaje: el éxito, la belleza y la
aceptación por parte de los otros dependía de estar delgada. Pese a tener
todavía hoy algunas inseguridades, he logrado la autoaceptación. Esto ha
llegado con el tiempo y no se reduce al factor edad.
En
estos años he podido observar cómo los medios, la publicidad y la moda han
prestado una mayor atención a la diversidad corporal. No es un tema
superficial, sino de salud y justicia social. Quienes antes vendían inseguridad
ahora tienen un mensaje mucho más responsable. Puede que parte de este cambio
sea márketing y no resulte radicalmente satisfactorio
para el movimiento body positive, pero aun siendo así: ¿vamos a ignorar su
impacto?
Los
referentes culturales son un vehículo para renunciar al autodesprecio. Ahora no
solo hay que preservar los cambios, también completar esta revolución. Hay
marcas que utilizan modelos de talla XL y que luego no ofrecen esos tallajes.
En las películas o series resulta muy difícil encontrar a personajes femeninos
que más allá de su diversidad corporal cuenten historias realistas,
inteligentes y humanas.
Existe
un gran vacío de escenas donde una mujer con un peso normal o entrada en años
mantenga sexo. ¿Mujeres con una talla 44 o 46 disfrutando en la piscina? En
verano, hay por todas partes. Pero los anuncios de bikinis, tristemente, siguen
sin encontrarlas.